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Confesiones de una tonta
Te extraño demasiado. Nunca te vi de forma romántica, y supongo que tú tampoco a mí. Extraño a mi mejor amigo; te extraño a ti. Extraño reír al fondo de la clase, cuando te veía hacer origamis de papel y metías tu mano bajo mi mesa. Cuando me agachaba a ver qué habías dejado, eran unas estrellitas de papel. Supongo que desde entonces empecé a amar las estrellas.
Pero todo terminó. Antes de que tú y yo fuéramos amigos, sé que te gustaba mi amiga. Ella nunca te hizo caso y gastaste tus ahorros en ella. Cuando finalmente estuvieron juntos, duraron solo una maldita semana. Dime, ¿por qué le terminaste tan rápido? Me enojé y no tuve por qué, pero es mi amiga y me dolió verla triste porque tú sí le gustaste. Fuiste el primer chico por el que lloró.
La verdad es que no estaba molesta contigo, solo decepcionada de que resultaras siendo como los demás. De todas formas, nunca llegué a odiarte, ni creo que lo haga. La semana después de que le terminaste, pasaste por donde yo estaba y admito que te miré inexpresiva. ¿Solo eso bastó para que te alejaras de mí? ¿Fue eso lo que hice mal? Y si no, ¿qué hice mal? Me acerqué a hablarte pensando que todo sería como antes, pero me respondiste de manera cortante, como si fuera una completa extraña para ti. Ambos, inconscientemente (espero que haya sido sin pensar), nos alejamos todo por ella.
Lo que más me duele es que ella se besó con tres chicos apenas dos semanas después de terminar contigo. Pensé que el fin de nuestra amistad tenía sentido por lo que había pasado, pero cuando ella hizo eso me dolió. Me dolió que yo me hubiera puesto en parte de su lado al principio y que, al poco tiempo, ella haya hecho esto. No puedo culparte por terminarle. Antes ya se había metido con el mejor amigo de tu hermano, pero no quería perderla y pensé que cuando te explicara me entenderías. Yo no tenía nada que ver en tu relación con ella, ¿verdad?
Eso pensé y fui una tonta. Solo quería disculparme contigo. Extraño los regalitos inesperados, las risas al final del salón de clases, las llamadas de atención, las miradas divertidas. Extraño a mi mejor amigo. Te extraño a ti. Ahora, cuando miro en tu dirección, te veo diferente. Extraño a mi mejor amigo, pero en el fondo sé que tú no eres como actúas ahora. Ayer me pediste un lapicero en clase. Hace más de tres meses que no oía decir mi nombre. Si no fuera lo suficientemente valiente, yo hubiera roto a llorar en ese mismo momento.
Te extraño, no sabes cuánto, pero no tiene sentido contar lo que tú también hiciste en una carta. Solo soy yo pidiendo disculpas por terminar algo antes de que empezara. Aún no sé por qué lo hago; solo me gustaría que me dijeras qué hice mal. Porque, quién diría que la primera vez que me rompieran el corazón no sería por un novio, sino por mi mejor amigo. Y te aseguro que en el fondo sé que este no eres tú. A veces despierto llorando a mitad de la noche porque confieso que sigo soñando contigo. Todos mis mejores amigos anteriores se enamoraron de mí, y tú fuiste el más real y honesto. Perderte fue como perder a un hermano, y ya perdí la cuenta de las veces que he pensado, mirándote en el salón, “cómo extraño a ese idiota, pero la idiota fui yo por dejarte ir”.
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